Se ha dicho casi todo respecto de los impactos y efectos de la pandemia, derivada de la COVID 19 en la economía mundial, nacional, en las economías de las pequeñas empresas, en los centros urbanos y rurales, pero, sobre todo, cada uno ha sentido el dolor de la pérdida de un familiar, un amigo, un compañero, un colaborador, víctimas del virus SARSCOV-2.

DE LA REACTIVACIÓN A LA RECUPERACIÓN DE LAS ACTIVIDADES DE PEQUEÑA MINERÍA POST COVID EN EL ECUADOR.

 

Se ha dicho casi todo respecto de los impactos y efectos de la pandemia, derivada de la COVID 19 en la economía mundial, nacional, en las economías de las pequeñas empresas, en los centros urbanos y rurales, pero, sobre todo, cada uno ha sentido el dolor de la pérdida de un familiar, un amigo, un compañero, un colaborador, víctimas del virus SARSCOV-2.

Específicamente el caso de la pequeña minería, merece nuestra atención desde la perspectiva interna del sector y del entorno en el que se desenvuelve. Es evidente como se han alterado todos los eslabones de sus cadenas productivas, de sus cadenas de pagos, de sus cadenas logísticas y de servicios; y, de cómo se han incrementado sus costos de operación y se han alterado sus operaciones por las restricciones y cuidados adicionales a la salud del talento humano que labora en este sector productivo.

Lo anterior se refleja, por ejemplo, en el caso del incremento de los precios de los insumos y equipos y de lo difícil que se ha tornado su acceso. Al incremento en la inversión en la que se ha incurrido EPPs, insumos, equipos y procesos de control para atender y aplicar los protocolos de bioseguridad, que sin ninguna duda deben observarse y cumplirse irrestrictamente, sobre todo luego de que se dio la paralización de las actividades por la emergencia sanitaria y estados de excepción; y, cuando se produjo la denominada reactivación económica.

La situación integral es preocupante,  el sector se encuentra económica y operacionalmente deprimido y haciendo ingentes esfuerzos por mantener las plazas de empleo, mantener los procesos productivos y cumplir con sus obligaciones fiscales, tributarias y todas sus cadenas de pagos. El siguiente paso, y el que se prevé será más complejo aun, tiene que ver con el entorno socio económico nacional que registra más de 500 mil empleos perdidos en el último semestre, un desempleo cercano a cinco millones de personas, un déficit que se proyecta a más del 10% del PIB, hechos nunca antes registrado en la historia nacional, que muestran una economía en una notoria depresión.

 

El desafío ahora es pasar de la reactivación a la “recuperación” de la actividad minera ecuatoriana, de un sector que como ningún otro y pese a las dificultades, no ha dejado de pagar al Estado las patentes, regalías y otros tributos, conservando en la medida de lo posible, plazas de empleo directo e indirecto, que además genera divisas por la exportación de minerales y sobre todo, haberse convertido en el sostén de miles de hogares en momentos tan críticos como el que ha tocado vivir en esta época de pandemia.

 

Es necesario recordar además, que el sector minero ecuatoriano, a diferencia de algunos otros sectores productivos, no demanda de recursos del Estado, no ha sido beneficiado de exenciones tributarias ni arancelarias, no ha demandado créditos de la banca pública para cubrir sus inversiones, gastos de operación o bienes de capital, sino que por el contrario, con sus propios recursos y por la naturaleza de sus cadenas de valor,  siempre ha sido un activador de economías locales, de pleno empleo, de flujos tributarios y de generación de divisas.

 

Se debe ratificar entonces, que para mantener los actuales empleos procesos productivos de la minería, activar las cadenas logísticas, de pagos y servicios que se desarrollan en torno a la actividad minera formal; y, potenciar el ingreso de divisas que apoyen junto con otros sectores productivos al mantenimiento de la dolarización y recuperación socio económica del país, es como se indica impostergable, tomar acciones sensatas, firmes y a tiempo.

 

Para la recuperación económica es imperativo contar con herramientas y esfuerzos responsables y serios, que se  sumen a la necesidad de revisar procesos, procedimientos y regulaciones que no permiten el desarrollo ágil del sector; en la perspectiva de volver más eficiente, coordinada y transparente el sistema de administración, regulación y control minero desde la exploración hasta la exportación de sustancias minerales, fortalecer y aclarar roles del sistema gubernamental que debe priorizar a la minería como parte de la estrategia de desarrollo económico nacional, para lo cual es necesario la desregularización de procesos ineficientes que generan corrupción y entorpecen el desarrollo económico del país.

 

Al final, nada de esto podrá mantenerse en el tiempo de manera sostenida, si desde ya no se acompaña de procesos de formación y capacitación a distintos niveles operativos y técnicos de la industria, para que sea cada vez más competitiva y demuestre niveles más altos de desempeño socio ambiental y de productividad; pero sobre todo una readecuación objetiva y pragmática de la administración y gestión pública a la nueva realidad económica del país, pero fundamentalmente en nuestro caso, acordes a las necesidades de la minería ecuatoriana.

En suma, pese a todas las dificultades que enfrena el sector minero formal, mantiene su compromiso de mejora continua,  de aporte permanente a la economía local y nacional y, sobre todo de formar parte activa y operativa del aparato productivo que requiere el Ecuador de manera urgente, para la generación de empleo y su reactivación socioeconómica.

 Por: Francisco Cevallos Paez